La negativa a reconocer el estado colonial de Puerto Rico como el principal factor que genera la crisis económica y fiscal de la isla obliga a escribir este libro.
La gran mayoría se los que han terciado en el debate han esquivado traer a la discusión las estructuras políticas existentes como la raíz del problema. Han pretendido darle un carácter puramente administrativo o gerencial a lo que es un problema político, obviando que lo económico no puede resolverse si no se resuelve lo político.
La economía de las colonias, por definición, está diseñada para favorecer los intereses del imperio y se su clase dominante, los dueños del capital. Ese capital ausentista que opera en la colonia se ha llevado siempre las ganancias que genera la Isla.
Desde que llegó ese capital detrás de las tropas invasoras y nos impuso el monocultivo en la agricultura, la economía nuestra ha sido siempre dependiente. Nunca hemos tenido una economía que responda a nuestros intereses nacionales porque no tenemos los poderes políticos para construirla y defenderla.