L’Agonía
Cuento por Patrick Oneill | Instagram
Riamos para no llorar. Lloremos para no reír. ¿Por qué una no puede llevar a la otra si, claramente, están atadas? Todo es tragicomedia. Todo es teatro. Tal vez digas que no. Lo que sea por no sentirnos como unos hipócritas. La realidad es que la honestidad es un área gris que no debe tomarse como la verdad absoluta, a pesar de que así la tratamos. Nuestra opinión, no es la realidad de nadie. La realidad de alguien no tiene por qué obligarnos a formular una opinión. Dicho esto, ayer tomé mi tercera clase y, debo admitir, que el proceso se ha convertido en algo liberador. Nada como nadar en esa corriente de gritos y dolor, de sufrimiento y de crear un post y de unirme al resto. Incluso, mi coach me trata como un prodigio en esto de l’agonía. ¿Seguro que no habías practicado antes? Ya varias veces le he dicho que no, aunque, muy adentro, reconozco que sí. Soy natural en esto. Traído al mundo por el grito de mi madre. Acontecimiento que celebro todos los años.
Ayer, después de mucho tiempo de malinterpretar, obtuve varios seguidores que confirmaron mi progreso, pero no quiero aburrirlos con eso, quiero hablarles sobre el sentimiento de ser un puertorriqueño y de finalmente abrir los ojos a una verdad que se remonta a nuestros ancestros, por eso, me gustaría, sin ofender a aquellos malinterpretes, esclarecer algunos puntos sobre la naturaleza de este nuevo trend que ha traído tanto debate en las redes. De modo a que el derecho a la libre expresión nunca debe violarse, procederé a traer un poco de trasfondo histórico para que ambas partes puedan cerrar esa brecha generacional que tanto los separa, para entonces ofrecer mi perspectiva sobre el caso. No pretendo crear el mejor rant de redes sociales que la gente ha visto, tampoco pretendo echar para atrás y ocultar mis sentimientos.
El Primer Grito
¿Qué historia es más importante que la tuya? De todos los gritos que celebramos como cultura, el que ocupa el primer lugar es el tuyo y el de tu madre. Tanto así que cada año nos congregamos para darte un obsequio especial por haber participado en ese hermoso e inmaculado rito de nacer. Desde ese primer encuentro con la realidad estamos llorando y gritando, mientras otros ríen y gozan. Es un hecho tan humano que, en cierta forma, nos humaniza aun más comprenderlo. Meditar sobre este grito es fundamental para entender lo que pasará con nosotros a lo largo de nuestras vidas. La agonía se convertirá en un motivo para la mofa y la celebración. Es importante reconocerlo. Y si lees esto en el día de tu cumpleaños, felicidades campeón o campeona, vives l’agonía aunque no sea intencional.
El Grito de Lares
Ahora... levantamos bandera y la plantamos en Lares, durante los días de revolución. Además de la historia que ya conocemos —junto a su simbolismo patriótico—, hay posiciones en su narrativa que permanecieron ignoradas hasta un 23 de septiembre de 2021 donde alguien fue al campo de guerra que lleva el nombre de Twitter y twitteó las siguientes palabras: Hoy visité a mi familia en Lares y todos gritamos. Estas palabras fueron tomadas a chiste por muchos de sus seguidores y solo algunos selectos valientes optaron por seguir la verdad detrás de ellas. ¿Cuál es la verdad? La verdad es que GemidoCampestre23 tornó ser pariente lejano de Juan Ramírez Otero, primo de Francisco Ramírez Otero, presidente de la República de Puerto Rico... o eso le decía a todos sus allegados.
Fue gracias al distinguido Juan Ramírez Otero que se comenzó a celebrar el Grito de Lares, como símbolo de felicidad y resiliencia, a pesar del sufrimiento que pudo haber traído aquel retraso para la independencia del país. Según explicó GemidoCampestre23 en algunas entrevistas, sus ancestros eligieron el aniversario del acontecimiento para celebrar el Grito — una versión pasada de lo que sería hoy l’agonía— y mantener viva la alegría o la fachada de alegría detrás del dolor. La reunión se daba de la siguiente forma: Todos se congregaban en casa de su tatarabuela Gumersinda Ramírez Otero. Una vez presente, el tío Juan daba el primer Grito. Luego de esto, el resto se unía al Grito, llevando la intensidad de los suyos al borde del quebranto de sus cuerdas vocales. Cada uno, a su manera, expresaba su dolor por medio de sus expresiones faciales, sus cuerpos arrastrándose por la grama y, pues, gritando. Este evento se ha llevado acabo desde entonces cada 23 de septiembre, declarándose fiel a la costumbre de la celebración nacional del sufrimiento y demostrando que solo existe una diferencia entre histeria e historia.
Un Grito de Silencio
Ya que hemos cubierto el trasfondo histórico de l’agonía, ahora fijemos nuestras miradas y agudicemos nuestros oídos a algunas de las varias formas que adopta el arte como aspecto fundamental de por qué hacemos l’agonía, porque el arte también grita y nos ayuda a apropiarnos del sufrimiento como parte de nuestro canon cultural. En la literatura, celebramos el apagón, algo que ya es característico de nuestra cultura. En esa oscuridad llena de sudor y calor volvemos a ser gente. Y ya esto lo hemos visto plasmado en cuanto post exista post-apagón y en cuanta obra y película exista sobre puertorriqueños viviendo en Nueva York. La idea detrás de lo que les hablo también se puede encontrar en el canto de victoria que dice Puerto Rico está bien cabrón y su título El apagón.
En la música existen varios ejemplares de esto. Tito Rojas, por ejemplo, el gallo salsero, lloraba y bailaba en su hit del ’97 titulado “Lloro”. Hasta el momento de haber concebido el presente escrito, no he visto a alguien genuinamente llorar ante dicha pieza del maestro Rojas. Solo he visto a gente bailar entre montañas de azúcar nasal y cervezas abiertas. Quizás porque todos lloramos, pero, claramente, a través de dicha amargura, esta canción evoca una proclividad a cantar, bailar, beber y a pasarla excepcionalmente bien. Esta celebración es una expresión moderna del acto de jugar con sombras frente a linternas, de congregarnos en familia a cagarnos en nuestro sistema eléctrico, de tomar chocolate caliente y de sacar a pasear anécdotas del antaño, de salir a vacilar y a pasarla de barra en barra y de trago en trago, luego de algún evento negativo. La nostalgia como zona de confort es nada más y nada menos que l’agonía, un grito de silencio y el dulce sueño de alguien que ha sufrido de insomnio durante las pasadas décadas.
El Grito de L’Agonía
Ahora quizás podamos comprender que l’agonía es solo el próximo eslabón de una larga cadena de tendencias a celebrar el sufrimiento. Por eso, cada vez que veo el hashtag #l’agonía y veo fotos y vídeos de personas gritando, llorando y bailando dentro de un espacio confinado, en la comodidad de su casa o en la barra más poblada, no siento la inclinación de ridiculizar a este grupo. No es una simple fase, es un trend que ha durado casi dos siglos donde celebramos nuestras penas. Dicho esto, lo que resta es experimentar este nuevo modo de expresión artística y, si no sabe dónde comenzar, comience soltando el teclado, dejando de criticar y congregándose en el próximo taller de l’agonía, todos los martes y jueves a las 7:00pm en la siguiente dirección:
L’Agonía Studios
Carr. 149 km. 7.5 Bo.
Manatí, PR, 00674
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