Retratos de machina

Edgardo Rodríguez Juliá nos brinda una 'penúltima' cena rescatando del olvido a su pariente Ramón Juliá. Detallista y moralista le pone 'espíritu' a una larga época perfilada por aquellas memorables casetas de fotografías instantáneas. Es muy meritorio el recorrido histórico que traza, algunos piensan que pudiera tratarse de un desafío al Enrique Laguerre de Cauce sin río. Pero Edgardo es excepcional, es una navaja afilada con las palabras. Cierto que tanto detalle abruma, pero una sola lectura de esta docena más uno de cuentos no es suficiente. Edgardo como siempre pisa todos los callos que pueda. Aún así, se merece reconocerle cinco estrellas a Retratos de Machina.