Datos feministas en "Guayama: Notas para su historia" de Jalil Sued Badillo
Ensayo por Lizette Martínez | Blog
Recientemente renové mi membresía con San Juan Community Library. Visitar la biblioteca es una aventura maravillosa. Perderme en los anaqueles y leer los títulos y portadas es como llegar al Paraíso. A veces hasta me deleito encontrando libros raros y comprobando que soy la única que los ha sacado de la biblioteca.
Uno de los libros que saqué fue Guayama: notas para su historia de Jalil Sued Badillo. Desde que leí La mujer indígena y su sociedad de Jalil Sued Badillo me quedé con la sed de leer más y más de este fabuloso historiador.
La región de Guayama está habitada desde el 325 A.C. Nos dice Badillo que Cayo Cofresí es el yacimiento arcaíco más antiguo y eran pescadores y recolectores de moluscos que vinieron por Vieques desde Venezuela (p.20).
El libro está lleno de maravillosos datos y gráficas del pueblo de Guayama desde el Siglo XVI. Primero, Guayama comprendía también Patillas y Arroyo. Por ser un puerto se dedicaron al contrabando de esclavos, corambres, malagueta, tabaco, conchas de carey, café y hasta pimienta de Tabasco. Muchos extranjeros, corsarios y piratas también entraban sin registrarse. Para el Siglo XVIII la población era mayormente extranjera: daneses (Lind y Huyke son los apellidos más conocidos), holandeses, franceses, alemanes, venezolanos, ingleses y americanos.
Me pareció fascinante los datos sorprendentes que Sued Badillo recopila sobre las mujeres. Ya en el Siglo XVI se menciona a Doña María de Orozco, hija del regidor Diego Ramos, una criolla nacida en Santo Domingo, que enviudó dos veces y administraba sus extensos bienes en el Valle de Guayama, tierras cercanas al Río Patillas y en el Valle de Guamaní. Nos dice Sued,
“Es la figura de mayor continuidad en el proceso poblador de Guayama en el Siglo XVI” (p. 40)
Durante el ataque de los Caribes de 1567 Doña María perdió varios bohíos llenos de corambres en Guamaní. En el 1570 es acusada y multada por el Gobernador Francisco de Solís por la compra clandestina de esclavos africanos a traficantes portugueses (p 40).
En el 1846 se hace una “Estadística y censo de almas” que menciona que había muchas jefas de familia en total 38, de las cuales 23 eran viudas, 9 madres solteras y 5 mujeres solteras y pertenecían al sector indígena. (p61)
Esto de penalizar a las madres solteras y estigmatizar a los hijos llamándolos bastardos o hijos naturales es solo un intento más del patriarcado español para imponerse y mantener en cintura a las mujeres. En la sociedad taína no existe tal cosa como hijo bastardo. Al contrario, los únicos hijos legítimos son los de las mujeres, pues la paternidad no es aparente ni se puede probar. Solo se sabe a ciencia cierta quién es la madre, no el padre. Era una sociedad matrilineal dónde los únicos que podían heredar el cacicazgo eran los hijos de la hermana del cacique.
Entonces, este intento futil español por controlar y estigmatizar nunca tuvo arraigo en el pueblo puertorriqueño. Veo en la gran cantidad de jefas de familia un vestigio de la sociedad taína. Incluso hoy día las mujeres seguimos siendo un 42% de las jefas de familia, según cifras del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico para el 2021. Ese patriarcado español impuesto nunca pudo erradicar del todo el fuerte matriarcado indígena criollo.
En el Siglo XIX aparecen varias mujeres en posiciones destacadas. De 24 principales contribuyentes al sector agrícola dos son mujeres: Josefina Curet del Barrio Machete con 4,059 pesos y Catalina Curet de Machete con 2,297 pesos. (P 68) Tal vez hermanas o madre e hija…
En la Relación de haciendas y hacendados 1825-1865 aparecen tres mujeres dueñas de haciendas: la criolla Ana María Ortiz de Hacienda La Ana en Jobos, Baltazara Rodríguez de la Hacienda La Baltazara en Jobos y Sucesión Joaquina Ortiz de Hacienda La Carmen en Jobos.(p 82)
En la página 99 figuran Catalina y Josefa Curet entre los principales dueños de esclavos en el 1872 con 82 esclavos; Inés Suliveras con 20 esclavos y María José Vazquez de Texidor con 16. Como ven, las mujeres no eran ningún sexo débil pues participaban de lleno en la cruel institución esclavista.
Comparto estos datos para subrayar que la herencia indígena nos dio las bases para las mujeres fuertes que componen nuestra sociedad. No importó la represión, el control y la limitación de la educación y oportunidades que la sociedad española criollizada nos quiso imponer, siempre hubo y habrá mujeres destacadas al mando de sus vidas. Las mujeres podían ser cacicas y bohíques en la sociedad taína. Al principio de la colonización, los españoles arribistas usaron a las indias cacicas para casarse y obtener tierras, indios encomendados y poder. Luego en el Siglo XIX, la sociedad patriarcal intentó arrebatarle su libertad y poder de ser jefa de familia a la mujer con El Régimen de la Libreta. El Reglamento de 1864 de Jornaleras estipula que jornalera es,
“Toda mujer que se ocupe en el lavado, cocina y servicio doméstico de una familia, sea soltera o casada. Cuando una Jornalera tenga hijos de menos de 14 años, y su salario no fuera suficiente para mantenerlos, la Autoridad cuidará de entregarlos a vecinos honrados a que les enseñasen la doctrina cristiana y a trabajar por el tiempo que juzgase prudente y no podrán sus madres sustraerlos de sus casas sin justificar que les dan maltrato…”(p138)
El Régimen de la Libreta fue una verdadera afrenta a los derechos humanos, un intento de volver al feudalismo de antaño o expandir la institución de la esclavitud, atando a los siervos a la tierra y al Señor. Intentaron erradicar el derecho básico de las madres a educar y criar sus hijos. Tristemente, sabemos que este derecho de criar sus hijos no existía para las negras esclavizadas. Con la libreta de jornada el gobierno español intentó esclavizar también a las personas libres que eran pobres.
Sin embargo, la mujer no dejó de tener prominencia y ser jefa de familia en la sociedad puertorriqueña.
En la Relación de las últimas haciendas azucareras de Guayama 1896-1902 aparecen Catalina Curet de la Hacienda Felicidad en Machete con 100 bocoyes, Josefina Curet de la Hacienda Santa Elena en Machete con 47 bocoyes y Rufina Molinaris de la Hacienda Mercedes en Machete con 198 bocoyes (p83).Ya en el 1952, Obdulia Velazquez fue alcaldesa de Guayama(p 118). Me llena de orgullo saber que éstas mujeres aguantaron y sobrellevaron sus negocios incluso más allá del cambio de soberanía, cuando tantos otros habían fallado.
Todo esto me lleva a concluir que aunque la conquista desmanteló la sociedad taína, no pudo erradicar algunos conceptos tan intrínsecos y arraigados como el matriarcado, las jefas de familia y las mujeres fuertes al mando de sus vidas.
En el microcosmos de Guayama vemos la evolución de toda la isla como un tirijala entre represión y control versus la libertad y empoderamiento individual que incluye la lucha de la mujer por controlar su vida.
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