Apartándose de los progenitores, nuestra especie comienza a marcar su hábitat, y luego lo imagina y subjetiviza. Construye y crea arte. Y en este caso del fino escritor Luis Rafael Sánchez, recrea a sus ochenta y cinco años, el espacio que marcó cuando sus padres y familia emigraron de Humacao al Viejo San Juan a comienzos de los 1950s.
Es un libro que se lee de una sentada. Ameno, didáctico, musical, poético,
y sobretodo es una genial metafísica del amor particular que genera el espacio histórico de la isla de SJ.
Sánchez ha viajado medio mundo como uno de nuestros más consagrados literatos. Y esa experiencia de salida y llegada la utiliza para esta obra literaria.
Eché de menos las referencias al actual taxista dominicano que da la bienvenida a muchos, y a las históricas Plaza de Colón a la entrada de la ciudad y Plaza de Armas. Pero de ninguna manera socavan la excelencia de este libro.
Pienso que debería venderse a la salida de los viajeros de los cruceros y en el aeropuerto LMM. Y también en todas las ciudades que reside nuestra diáspora en Estados Unidos.
Excelente.