Matisse soñaba con «un arte de equilibrio, de pureza, de serenidad...». Su trayectoria constituyó un meticuloso intento de encontrar el orden en medio del caos y la miseria, así como de afirmar la riqueza y la belleza de la vida. Vivió con intensidad y percibió cosas que normalmente no vemos, como la suntuosa luz de vainilla en Tahití o el movimiento sinuoso de un caracol de jardín que sale de su caparazón. Una sobrecarga de sensaciones: los vivos colores nos refrescan mientras se desata una energía poderosa y ceremonial.
Año: 2016 | Páginas: 80
Blume