Pollock era un personaje intenso que se sentía incómodo en su propia piel y al que el mero hecho de hablar le parecía casi doloroso. La gente desconfiaba de él, y el hecho de que a menudo se emborrachara tampoco ayudaba. La embriaguez de Pollock no hizo más que alimentar el mito del artista como personaje imprudente, un rasgo común en la generación Beat. Pero cuando pintaba, Pollock se concentraba. El hombre rígido y desmañado se movía con gracilidad, creando fluidas y delicadas obras de arte.
Año: 2015 | Páginas: 80
Blume