La obra de Ernesto Cordero, publicada e interpretada extensamente en el mundo entero, se ha convertido, siguiendo los pasos de Ginastera y Leo Brouwer, en un emblema multifacético de individualidad creativa y reflexión cultural. Su estilo armónico y melódico integra un concepto orgánico de la forma, asumido desde su época de estudios con Julián Orbón en Nueva York (1978) y con Roberto Caggiano en Roma (1972-1974), que muestra una clara conciencia del colapso gradual del dictamen atonal y serial sostenido por las vanguardias postwebernianas. Al mismo tiempo, su diversa obra instrumental y vocal explora la esencia del fervor rítmico-melódico que anima las tradiciones afroantillanas. Esta selección forma parte del vasto álbum de canciones que pertenecen al periodo de juventud del compositor, quien suele recordar dicha época con emoción por su marcada ternura y espontaneidad romántica.
Año: 2018
Instituto de Cultura Puertorriqueña