Una muchacha que se parece a mí de Margarita Pintado gravita en torno a la pregunta sobre la identidad enfrentada al amor, al paisaje, a la ciudad hostil y tierna. El poemario dupone un desplazamiento textual que va desde los versos austeros a poemas en prosa que se abren a las nociones de tiempo, memoria y distancia que operan como puntos coyunturales en el texto. En este poemario, ordenado en tres momentos poéticos que quedan amarrados por el tono melancólico, vemos como la voz poética busca sentidos que le circunvalan y los cuales se presentan como otredades en el mundo natural. Sobre todo, domina la noción de transitoriedad como metáfora de todo aquello que cambia. En efecto, los árboles mueren, la tarde sucumbe a la noche y al final, “Empieza, otra vez,/el mundo”. La hablante que hila estos poemas es una mujer que busca conversar con el mundo y, en el proceso, entenderse en una espiritualidad o realidad anímica que, al poetizarse, se torna visible. Porque: “Estos días / sueño con la forma secreta/ de las cosas”. (Poema “un sueño”). A pesar de las ausencias, las nieblas, los bosques detenidos en la sangre y la música de la tristeza; este texto se quiebra hacia dentro, y nos hace ver que justamente allí surge el poema. Un amor exponencial al mundo, la humanidad y las cosas más cotidianas se desborda en este libro bien acabado que denota el control del verso y el pacto secreto con la poesía.
Año: 2016
Instituto de Cultura Puertorriqueña