Me remonté a mi niñez, cuando mi abuelita me contaba las historias de Juan Bobo en el balcón. Este libro me permitió compartirle a mis pequeños las aventuras de Juan Bobo que tanto disfruté de niña. Las ilustraciones te hacen sentir como jíbaro campesino y mantienen corriendo la imaginación de los niños, que no tienen recuerdos de cómo era la vida en aquellos tiempos. De nena recuerdo que usaba las enaguas de mi abuelita de traje, me ponía todos los collares, me daba un "pompaso" de perfume, me empavonaba con Maja y buscaba el labial más pícaro que tenía y ella me decía que parecía la puerca de Juan Bobo. Este libro mantiene vivo el folclor para el goce de las más jóvenes generaciones.